En algún momento de nuestras vidas, todos nos hemos enfrentado al enorme desafío de la redacción académica. Es entonces cuando nos damos cuenta de que no sabemos cómo escribir un artículo académico porque, por lo general, la formación que recibimos en todos los niveles educativos no es suficiente en este aspecto.
Si estás ahora mismo frente a la página en blanco, con el conocimiento técnico en tu cabeza, pero sin poder pasarlo al papel, probablemente estos 10 mandamientos del buen redactor te sirvan para soltar la mano.
¿Cuál es la importancia de la redacción?
¿Por qué es importante escribir correctamente? Fácil: para que nuestro mensaje llegue correctamente. Si estamos escribiendo un texto académico (o cualquier tipo de texto, en realidad), es fundamental que quien nos lea entienda lo que escribimos. Una redacción clara es la única manera que tenemos de lograr ese objetivo.
En cambio, el lenguaje oral es mucho más permisivo con ciertas cosas, por distintos motivos. En primer lugar, hay factores que no existen en el lenguaje oral, como la ortografía o los signos de puntuación. Pero, además, en la oralidad tenemos otras herramientas: los gestos, las pausas, el tono. Además, la mayoría de las veces, podemos ver a nuestro interlocutor y reformular si no nos están entendiendo. Esto no es posible en la escritura.
Aunque algunas normas del lenguaje escrito puedan parecer insignificantes (García Márquez, por ejemplo, proponía “jubilar la ortografía”), el lenguaje escrito es un código y, para poder manejarlo, debemos (por lo menos) conocer sus reglas.
10 mandamientos para escribir un texto académico
Ahora sí, vamos a lo nuestro: ¿cómo escribir un artículo académico? Estos son los 10 mandamientos.
1 – Organizarás tu estructura de manera adecuada
La estructura en un trabajo académico es muy importante. Por lo general, las partes de un texto académico son:
- Introducción
- Fundamentación (¿por qué?)
- Objetivos (¿para qué?)
- Metodología (¿cómo?)
- Marco teórico (¿a quiénes cito?, ¿en qué conceptos me basé?)
- Desarrollo (la investigación o trabajo)
- Conclusión (reflexiones o posibles nuevas líneas de investigación)
- Bibliografía (lista completa de textos e insumos utilizados)
Las hemos visto aquí son las partes más básicas de cualquier texto. Además de esto, se pueden agregar otras cosas:
- Muchas revistas piden sumar un resumen o abstract con palabras clave.
- Si se trata de una investigación más extensa, quizás haya que sumar un apartado llamado “estado de la cuestión”, que aborda las investigaciones similares a la nuestra.
- Si hemos hecho un trabajo de campo, posiblemente debamos agregar un “anexo” en donde esté el material en bruto.
2 – Harás oraciones cortas y completas
Muchos de los errores más frecuentes surgen de querer escribir “académicamente”. Esto hace que redactemos oraciones complejas, con conectores extraños y que no terminan nunca.
Las oraciones deben ser cortas (para darnos una idea, no deberían tener más de dos renglones) y completas. ¿Qué significa “completas”? Que deben tener sujeto y predicado (un verbo conjugado). Si bien este último punto puede ser difícil, ya que en la oralidad muchas veces usamos oraciones sin sujeto o predicado, es importante que le prestemos atención.
3 – No abusarás de la coma
Como dijimos, las oraciones deben ser cortas. Entonces, si estamos usando muchas comas, probablemente lo mejor sea dividir esas oraciones en dos. Además de esto, hay muchos usos incorrectos de la coma a los que debemos prestar mucha atención.
Tengamos en cuenta que las pausas de la oralidad no siempre se marcan con una coma. El ejemplo más claro de esto es lo que llamamos “la coma criminal”, es decir, la coma entre el sujeto y el predicado.
- Un grupo de arqueólogos, encontró un fósil de dinosaurio. ❌
- Un grupo de arqueólogos encontró un fósil de dinosaurio. ✔️
4 – No hablarás en primera persona
Durante mucho tiempo se estiló usar la primera persona del plural («nosotros») para salirse del «yo» en la escritura académica.
Sin embargo, actualmente se suele convenir que lo más correcto en un trabajo académico es utilizar formas impersonales: en lugar de decir “descubrí que…” o “nosotros descubrimos que…”, es mejor decir “se descubrió que…”. Esto tiene que ver con reforzar la objetividad del proyecto.
Si bien nuestra subjetividad estará presente en todo el trabajo de alguna forma u otra, un texto académico es el resultado de una investigación. Por lo tanto, lo que allí expongamos no debería tener que ver con creencias personales (o grupales, en todo caso), sino con observaciones lo más objetivas posible de los hechos.
5 – Citarás correctamente
Al hacer un texto académico de cualquier nivel y de cualquier disciplina, en todos los casos vamos a tener que referirnos a ideas y conceptos de otros autores. Sin embargo, para muchos, mencionar a estos autores es uno de los grandes problemas a la hora de escribir textos académicos: ¿cómo citar correctamente?
No temas, no es tan difícil como parece. Una vez que uno se acostumbra, se vuelve algo bastante sencillo y casi automático. En líneas generales, debemos citar absolutamente todo lo que no sea una idea propia.
Hay que entrecomillar todas las citas directas que pongamos (o sea, los framentos que tomemos textuales de otros textos) o parafrasearlos sin comillas (si no los estamos mencionando palabra por palabra). En ambos casos, se suele indicar el autor, el año y la página de donde sacamos la cita. Por ejemplo:
- Entonces comprendemos que «el medio es el mensaje» (McLuhan 1964, 10).
- Este autor decía que el medio se correspondía con el mensaje (McLuhan 1964, 10).
Pero no siempre se sigue la misma fórmula de poner el apellido, el año y la página dentro de un paréntesis. Esto va a depender del estilo de citación que usemos. Los más comunes son APA, Chicago y MLA. En general, la universidad o revista a la que tengas que enviar el texto te va a indicar en sus normativas qué estilo deberías usar.
6 – No abusarás de los gerundios
Ah… gerundio, qué palabra maravillosa.
El gerundio es la forma no personal del verbo que termina en -ando o -iendo. El gerundio de tomar es tomando; el gerundio de revolver es revolviendo; el gerundio de parir es pariendo.
El gerundio expresa una acción anterior o simultánea a la del verbo:
- “Caminando por la calle, Pedro se encontró con Lucía” (o sea, se la encontró mientras caminaba)
- “Regando con una mano, contestó el teléfono con la otra” (hizo las dos cosas al mismo tiempo).
Sin embargo, muchas veces podemos exagerar con el uso del gerundio e, incluso, utilizarlo de manera incorrecta. Por ejemplo, para expresar consecuencias o efectos posteriores de una acción:
- El diputado se retiró, molestando a los presentes. ❌
- El diputado se retiró y eso molestó a los presentes. ✔️
A su vez, tampoco debe usarse como adjetivo, de forma que modifique a un sustantivo:
- Leí un artículo detallando todos los procesos que necesitamos. ❌
- Leí un artículo que detallaba todos los procesos que necesitamos. ✔️
Atención: como vimos en el punto uno, la oración tiene que tener un sujeto y un verbo conjugado. Si tiene solo un gerundio, no tiene un verbo conjugado. Es decir, el gerundio no debería reemplazar al verbo de una oración.
7 – No usarás “la misma” o “el mismo”
Si llegaste hasta este mandamiento, ¡no nos abandones ahora!
Sabemos que en muchos textos se usa la fórmula “la misma” o “el mismo” para referirse a un sujeto nombrado anteriormente. Y las intenciones son nobles: no repetir el sujeto.
Pero ya existe una manera de no repetir el sujeto: “esto” y “esta” (sin tilde, por favor). Estas dos maneras son las más comunes, pero nos podemos poner creativos, siempre que usemos demostrativos, posesivos o pronombres personales.
“La misma” y “el mismo” tienen otro significado semántico. “Mismo» y «misma” indican igualdad (“tuvimos la misma pelea que antes”, “tengo los mismos amigos de siempre”).
Entonces, evitemos decir:
- Se utilizará para la investigación el libro El reciclaje en grandes ciudades. El mismo propone un abordaje original. ❌
En cambio, podríamos decir:
- Se utilizará para la investigación el libro El reciclaje en grandes ciudades. Este propone un abordaje original. ✔️
8 – No plagiarás
Sí, está muy bien utilizar a otros autores y otros textos como insumo para nuestro artículo o texto académico. Pero debemos saber dos cosas. Primero, como dijimos anteriormente en el punto 5, debemos citar bien. Si usamos palabras (o ideas) de otro autor sin citarlas, estamos plagiando. O sea, estamos cometiendo una falta ética que, en muchos casos, puede ser sancionada por la entidad que juzgue nuestro texto académico.
Por otro lado, debemos saber que todo tiene un límite. Aunque parezca una obviedad, todo trabajo tiene que tener una (enorme) parte de elaboración propia. Si todo lo que decimos está citado, lo que estamos haciendo es meramente un resumen y una mezcla de distintos textos de otros autores. Difícilmente sea eso lo que nos hayan pedido.
Lo ideal es que toda investigación tenga ideas propias, incluso si esto significa simplemente echar nueva luz o mirar desde un nuevo ángulo investigaciones de otros.
9 – Respetarás el formato solicitado
¿Escuchaste alguna vez el dicho “la comida entra por los ojos”? Bueno, con un texto pasa algo parecido. Para poder comprender el contenido y leer cómodamente lo que está diciendo un texto, debemos encontrar un texto ordenado y prolijo.
Seguramente la universidad o revista a la que vamos a enviar el texto tenga pautas de publicación. Si nos dieron un estilo para seguir, es importante respetar sus pautas. ¿A qué nos referimos con pautas? Al tamaño de letra, el estilo de citación, al interlineado, a los márgenes, al espacio entre párrafos, a los números de página, a los títulos… Todo tiene que tener el estilo solicitado.
Podemos hacer dos cosas: formatear nuestro texto al principio o al final. En los procesadores de texto, como Microsoft Word o Google Docs, tenemos herramientas para hacer citas y referencias bibliográficas de forma semiautomática y formatear los textos mediante “estilos”.
10 – Revisarás la ortografía al terminar
¡Gracias al Dios de los procesadores de texto por la revisión de ortografía! Nuestra recomendación es que siempre pases el revisor de ortografía de Word o Drive (o del programa que estés usando) antes de enviar un trabajo.
Pero, por supuesto, los procesadores de texto no son humanos. Por eso, una vez que termines con la redacción de tu texto, te recomendamos que lo envíes a una correctora o corrector de textos para que lo revise.
En Palabra, contamos con un equipo de profesionales de la redacción, la corrección y la edición. Nos encargamos de dejar tu texto académico listo para presentarlo.
Otros consejos útiles para escribir un texto académico
Por último, hay algunas cosas que podemos tener en cuenta durante todo el proceso:
- Aprovechar la instancia de hacer el borrador. No te preocupes por cómo está escrito, lo primero es sacar toda la información de la cabeza y ponerla sobre el papel.
- Si estás trabado en alguna parte, lo mejor es dejarlo y avanzar por otro lado. Retomarás la parte complicada más tarde, con la cabeza despejada.
- ¡No hay que frustrarse! Escribir puede ser un proceso largo y lento, con muchos altibajos. Hablar con otras personas que estén haciendo lo mismo puede ayudar.
- Pedir ayuda. Una mano amiga siempre viene bien; alguien con la cabeza despejada que pueda leer lo que estamos escribiendo para darnos una devolución o decirnos qué es lo que entiende del texto. Eso sí: a no desanimarnos si no es lo que esperábamos.
Conclusión
Creo que podríamos resumir estos diez mandamientos en dos tips generales: dedicarle tiempo a la escritura, a repensar, reescribir y revisar y no dejarnos comer por el fantasmade la escritura formal que nos exige firuletes y formas raras: cuanto más sencillo y directo, ¡mejor!
En Palabra ofrecemos servicios de escritura y corrección académica, adaptándonos a todas las normas de estilo actualizadas. Además, seguimos estos 10 mandamientos al pie de la letra 😉.