El comienzo de un libro es muy importante, porque sirve para llamar la atención y enganchar a la persona para que continúe leyendo hasta el final. Si alguna vez te preguntaste cómo escribir el inicio de un libro, en este artículo te respondemos cómo hacerlo, y cómo no hacerlo. Además, repasaremos algunos de los mejores arranques de libros.
Cómo se comienza a escribir un libro: objetivos
¿Cómo se comienza a escribir un libro? Primero, una verdad: no hay recetas exactas para escribir un buen primer párrafo en un libro. De hecho, lo mejor es no obsesionarse con eso, porque podés reescribirlo las veces que haga falta. Sin embargo, no podemos negar que sí existe una serie de elementos que los arranques de las novelas deben cumplir (casi) siempre. Veamos cuáles son.
Enganchar
Si querés saber cómo escribir el primer capítulo de un libro, tenés que saber que un libro tiene que cautivar desde el principio, y para ello se recomienda que haya un contraste o una provocación que deje al lector con ganas de saber más. A continuación, vamos a ver algunos ejemplos de primeros párrafos que no dejan indiferentes a nadie:
- «Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo: “Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias”. Pero no quiere decir nada. Quizá haya sido ayer» (El extranjero, de Albert Camus).
- «Lo primero que hicieron fue mostrar las tetas» (Kentukis, de Samanta Schweblin).
Definir el tono de la narración
Una de las maneras de empezar a escribir un libro es dando la pauta del género o el tono con los que el lector se va a encontrar en la trama. Por ejemplo:
- «El monstruo apareció pasadas las doce de la noche. Como hacen todos los monstruos» (Un monstruo vino a verme, de Patrick Ness). En este caso, se ubica al lector en un universo fantástico y se pone de manifiesto que se trata de un libro infantil.
- «Esa mañana, después de una noche de sueños intranquilos, Gregorio Samsa comprendió que se había convertido en un enorme insecto» (La metamorfosis, de Franz Kafka). Aquí, se presenta una literatura del absurdo.
Establecer el estilo
Un primer párrafo es una gran manera de comunicarle al lector algunos elementos como el lenguaje que manejamos, el ritmo de narración o incluso la complejidad o simpleza de las oraciones. En otras palabras, el primer párrafo establece el estilo. Veamos dos ejemplos de estilos bien diferentes:
- «Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados» (El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez».
- «Me dijiste que hablé dormido» (La uruguaya, de Pedro Mairal).
Qué hacer (y qué no hacer) en el inicio de un libro
Ahora que ya vimos cuáles son los objetivos más importantes del inicio de un libro, es momento de detallar una serie de tips sobre qué hacer y qué no hacer a la hora de sentarse a escribir el inicio de una novela.
Poner algo en movimiento
A pesar de que las descripciones son muy importantes, quizá el primer párrafo no sea el mejor lugar para realizar una exposición detallada de las paredes de la habitación del protagonista. A menos, claro, que esas paredes tengan cierta importancia en la trama. Lo mejor es empezar el libro con algo que esté en marcha:
- «Stephen se levantó el cuello de su abrigo mientras avanzaba apresuradamente por el andén» (Navidades trágicas, de Agatha Christie).
- «Me subo al taxi en Alem al novecientos» (Diecinueve garras y un pájaro oscuro, de Agustina Bazterrica).
Por supuesto, no es necesario que se narre una persecución en un auto o una carrera de caballos; a veces, el movimiento puede ser sutil como el cierre de una ventana. O, como en los casos que veremos a continuación, puede haber un sonido:
- «Los gritos, los ecos y el ruido subterráneo del chapoteo del agua de las duchas sobre las baldosas llenaban el vestuario» (Carrie, de Stephen King).
- La máquina del tren expreso, a mis espaldas, silbaba como una serpiente enfurecida» (El misterio de Pale Horse, de Agatha Christie).
No cuentes el clima… a menos que tengas que hacerlo
No se recomienda que en el primer párrafo del libro se haga referencia a las condiciones meteorológicas. A menos, claro, que esté justificado, como en el siguiente caso:
- «Es profunda la noche: hiela sobre el Parque» (Las malas, de Camila Sosa Villada).
Aquí, Sosa Villada propone un relato de denuncia sobre la situación de marginalidad de las mujeres travestis y trans; en ese sentido, incluir referencias al clima visibiliza un invierno crudo a la intemperie.
Dar información dosificada
En el afán por querer presentarle todo el universo que creamos al lector, corremos el riesgo de abrumarlo. Lo mejor es que la información esté dosificada para que el lector pueda procesarla. Por eso, no es recomendable que el primer párrafo establezca el universo entero: con dar unas pequeñas pistas está bien.
¿Te imaginás si Tolkien hubiera intentado condensar toda la mitología de la Tierra Media en su primer párrafo de El hobbit? Por suerte no lo hizo, y logró dar un primer pantallazo:
- «No un agujero húmedo, sucio, repugnante, con restos de gusanos y olor a fango, ni tampoco un agujero seco, desnudo y arenoso, sin nada en que sentarse o que comer: era un agujero-hobbit, y eso significa comodidad». (El hobbit, de J. R. R. Tolkien).
Mejor narrar que explicar
En lugar de explicar, lo mejor es que el lector interprete las emociones, sensaciones y acciones de los personajes. Entonces, si quisiéramos retratar a una mujer sumida en una profunda ira, es recomendable mostrar cómo grita de rabia o golpea los muebles de su casa en lugar de decir, simplemente, «María estaba muy enojada» o «María estaba sumida en una profunda ira». Este consejo aplica tanto para el arranque de una novela como para el resto del libro.
No contar cómo se levanta el protagonista
El narrador-despertador aburre. Mostrar cómo el protagonista se levanta de la cama, se lava los dientes y se prepara el desayuno es, a estas alturas, uno de los mayores clichés de la literatura. Todos nos levantamos, todos nos lavamos los dientes y todos desayunamos: lo mejor es ir directamente a la acción.
Conclusión: ¡dejá que fluya!
¿Cómo empezar a escribir mi libro? Bueno, como ya dijimos, no hay recetas. Aunque hay algunos elementos que podés tener en cuenta, no te compliques demasiado: lo mejor es dejar que el primer párrafo fluya, pero con la certeza de que podemos volver al principio las veces que hagan falta. No dejes que el arranque del libro te trabe: siempre se puede corregir, editar, ajustar y perfeccionar.
Si todavía estás pensando en cómo comenzar a escribir tu libro, o si tenés una trama pensada pero no sabés cómo volcarla en papel y convertir tu idea en una realidad, no dudes en contactarte con nosotros: en Palabra te ofrecemos un servicio de escritura de libros por encargo.
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