Lenguaje, lengua y dialecto: conceptos fundamentales

Quienes ejercen la traducción saben que estudiar el universo del lenguaje es una tarea compleja. ¿Qué es la lengua? ¿Un dialecto puede considerarse como una lengua? ¿Cuál es la diferencia entre acento y dialecto? ¿Y qué pasa con el registro? Todas estas preguntas fueron respondidas por diferentes escuelas de la lingüística.

En este artículo, analizaremos algunos conceptos clave explicados por especialistas en lingüística y dialectología. Si te interesa perfeccionar tu profesión, ¡sigue leyendo!

¿Qué es el lenguaje?

Responder esta pregunta no es algo sencillo de hacer, debido a las diferentes teorías que existen. Por eso, vamos a tratar de pintar un panorama en pocas palabras. A grandes rasgos, existen dos puntos de vista de la lingüística, los cuales luego se subdividen en diversas teorías:

  • la perspectiva formal, que considera al lenguaje como un conjunto de formas (por ejemplo, la teoría generativista de Noam Chomsky); y
  • la perspectiva funcional, que ve al lenguaje como un conjunto de relaciones.

Cada teoría dentro de estos dos enfoques recorta su propio objeto de estudio y lo define en base a la cosmovisión que tome. Ferdinand de Saussure, iniciador del estructuralismo lingüístico y padre de la lingüística moderna, divide al lenguaje entre lengua y habla, sus dos partes constitutivas. Para poder estudiar el lenguaje y sistematizarlo, deja de lado su uso (es decir, el habla) y se concentra en el aspecto formal de la lengua.

Muchos años y varias escuelas después, otros lingüistas del enfoque funcionalista retomaron el concepto del uso para probar que sí puede estudiarse el lenguaje en su realización. Así, definieron al lenguaje como un sistema dependiente del contexto, un instrumento de interacción que permite el intercambio de significados. Esto es lo que propone M.A.K. Halliday con su gramática sistémico-funcional, planteando que las funciones que nosotros le damos al lenguaje son: 

  • construir el mundo en el cual nos movemos;
  • establecer relaciones con otras personas, y
  • organizar información para construir textos. 

De esta perspectiva funcionalista se desprenden la sociolingüística y la dialectología, escuelas que vamos a usar para definir otros conceptos como dialecto, registro y acento.

¿Qué es la lengua?

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El concepto de lengua fue el principal objeto de estudio de ambos enfoques de la lingüística. En su Curso de lingüística general, Saussure indica que la lengua, como una parte esencial del lenguaje, es un sistema de signos que se relacionan de modo opositivo, relativo y negativo. Esto significa que una palabra existe en relación a los otros signos del sistema, y existe justamente porque “un signo es lo que otro no es”. Cada uno de estos signos se compone de un significado (un concepto) y un significante (una imagen acústica).

Pasando al enfoque funcionalista, Chambers y Trudgill nos dicen que solemos pensar a las lenguas como entidades claramente separadas y bien definidas (“o es español o no lo es”), pero esto no sucede en los hechos. Eso es porque la lengua no es una noción solamente lingüística. Ellos ponen el ejemplo al noruego, al sueco y al danés; estas pueden definirse como lenguas individuales gracias a razones lingüísticas, pero también políticas, geográficas, históricas, sociológicas y culturales. 

En la misma línea, el lingüista Eugenio Coseriu entiende que el “secreto” de la lengua tiene que ver con su hablar. El uso de la lengua por parte de los hablantes individuales alimenta a la comunidad lingüística a la que estos pertenecen. Aquí podemos ver un juego entre innovaciones y conservaciones en la lengua. La conclusión de esto es que las palabras son una forma de cultura de una comunidad, cada una con su propia historia.

¿Qué es el dialecto? 

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Entender qué es un dialecto es fundamental para traducir correctamente la lengua fuente a cualquier lengua meta, sin perdernos matices de significado y prestando atención a la localización. Para empezar, podemos tomar la definición de Chambers y Trudgill que dice que los dialectos pueden considerarse como “subdivisiones de una lengua en particular”. Esto significa que todos nosotros, hablantes de una lengua, somos también hablantes de al menos un dialecto. 

Los dialectos se diferencian por rasgos fonéticos, fonológicos, léxicos y gramáticos y se definen según factores regionales o sociales. Al estudiarlos, los lingüistas se encuentran con un problema: tantas variables hacen difícil definir en dónde termina un dialecto y empieza otro. Una causa de esto se ve en las zonas rurales. Allí, dos pueblos vecinos pueden entenderse perfectamente, pero cuanto más lejos vivamos de esa zona las diferencias lingüísticas serán mayores, por lo que será más difícil que entendamos a los locales y que ellos nos entiendan a nosotros. Esta cadena se llama continuum dialectal.  

Similarmente, Eugenio Coseriu trae a cuento el término isoglosa. ¿Iso-qué? Las isoglosas son justamente las líneas abstractas que dividen geográficamente los dialectos según un rasgo en especial. Por ejemplo, a pesar de que Uruguay y Argentina son dos naciones diferentes, existe una isoglosa que engloba la variante del español rioplatense, la cual no incluye a una gran parte de Argentina. Entonces, si una lengua puede dividirse en dialectos, podemos definir a la lengua como “un sistema de isoglosas”, que es lo que hace Coseriu. Esto significa que la lengua no es un organismo autónomo, sino que depende de los dialectos que hablen las personas. 

¿Dialecto o registro?

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Una confusión muy frecuente es la que existe entre los términos “dialecto” y “registro”. ¿Cómo podemos diferenciarlos? En El lenguaje como semiótica social (1978), el lingüista funcionalista M.A.K. Halliday analiza las variantes que los separan.

En primer lugar, el dialecto tiene que ver con el usuario, es decir, con lo que uno habla habitualmente. Está determinado por lo que cada uno es en todas sus variables (geográficas y socioculturales) y expresa la diversidad que existe en la estructura social de una comunidad de hablantes. Las variables que distinguen a un dialecto de otro son:

  • la clase social;
  • el ambiente rural/urbano;
  • la generación;
  • la edad;
  • el género, entre otros factores.

Por otro lado, el registro tiene que ver con el uso que le da ese usuario a lo que dice.

Para Halliday, existe un sujeto hablante que deviene un actor social, adecuando su lenguaje a la situación mediante “registros”. El lenguaje se conforma a partir del uso que los hablantes hacen de su lengua en el momento en que interactúa con otros.

Dicho de otro modo, se trata de lo que uno habla en un momento específico, determinado por su actividad. Lo que el registro expresa es la diversidad del proceso social, es decir, la división social del trabajo que existe en nuestro sistema. Las variables involucradas en el registro son tres: 

  • campo (la acción social donde surge el texto);
  • tenor (las relaciones de formalidad entre los hablantes), y
  • modo (los recursos usados para producir un texto, entre los cuales está el medio oral o escrito).

Esto significa que quienes estudian los dialectos trabajan con los diferentes modos que existen para decir lo mismo, determinados por variaciones en fonética, fonología, gramática y léxico. Esto se ve, por ejemplo, en la diferencia entre los americanismos “palta”, de origen quechua, y “aguacate”, de origen náhuatl. El registro, por el contrario, se enfoca en la semántica, que abarca los modos de decir cosas diferentes.

Desglosamos los conceptos en el siguiente cuadro:

DIALECTO REGISTRO
Acorde con el usuarioAcorde con el uso
Lo que se habla habitualmente, determinado por la identidad. Expresa diversidad en la estructura social.Lo que uno habla en un momento, determinado por la actividad realizada. Expresa diversidad de proceso social (división social del trabajo).
Distintos modos de decir lo mismo. Suelen diferir en: fonética, fonología y léxico-gramática.Modos de decir cosas distintas. Suelen diferir en semántica (y por tanto en léxico-gramática y a veces en fonología como realización de esta).
Variables: clase social, extracción (rural/urbana), generación, edad, sexo.Variables: campo (tipo de acción social), tenor (roles sociales), modo (organización simbólica).

¿Dialecto o acento?

Otros conceptos que solemos confundir a la hora de traducir son los de dialecto y acento, ya que es difícil encontrar un punto definido de separación entre ellos.

Chambers y Trudgill diferencian al acento del dialecto del siguiente modo: el acento tiene que ver con cómo nosotros pronunciamos, o sea que se aplica a una variedad con una fonética y/o fonología características. Estas características definen un acento de otro. Por ejemplo, en Argentina, el español rioplatense se distingue, entre otras cosas, del español de Cuyo por su yeísmo sordo (como podemos ver aquí).

El dialecto, por otro lado, trata con variedades que son diferentes desde su gramática y quizás desde su léxico, aparte de lo fonológico. El ejemplo más sencillo de esto es el de la diferencia entre el español que se habla en Madrid y el que se habla en Buenos Aires.

Conclusión

Luego de recorrer diversas teorías, podemos comprobar que el lenguaje es multifactorial. Un hablante se ve influenciado por más elementos que los estrictamente lingüísticos, tales como su lugar de origen, su generación, su nivel de escolarización, su género, la política de la región en donde vive, etc. Como indica la frase atribuida al lingüista Max Weinreich, “una lengua es un dialecto con un ejército y una marina”. Esto significa que la lengua que una comunidad toma como propia es un asunto político, y depende de las distintas dinámicas, relaciones o disputas de poder que se producen entre los hablantes. 

Ahora que comprendes mejor la importancia de estos conceptos, sabes lo fundamental que es contar con un buen equipo de traducción. En Palabra somos especialistas en las diferentes variantes dialectales del español, inglés y otros idiomas, y nos dedicamos a traducciones de todo tipo. Si precisas nuestros servicios, ¡no dudes en contactarnos!

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