La carne (Alfaguara, 2016), de Rosa Montero, es una historia de amor diferente, en la que la autora reflexiona sobre la locura, la vejez, los celos, la literatura y la condición de mujer.
No solemos hablar, ver ni leer sobre sobre el deseo y el sexo en las mujeres mayores, un tema muy presente en la novela. Recién en los últimos años, en series como Grace and Frankie, hemos empezado a ver personas de cierta edad deseantes. Tanto en esa serie como en la novela de Rosa Montero se reflexiona sobre otro tema controversial: las relaciones de mujeres con hombres más jóvenes. Ambos se relacionan con un tercer tópico presente en el libro: el imperativo de la juventud que recae sobre las mujeres.
Esta novela (con una puntuación de 3,75 sobre 5 en Goodreads) se centra en la relación de la protagonista, Soledad, licenciada en Historia del Arte y curadora de exposiciones (o comisaria, como la llaman en Madrid), y el misterioso Adam, un gigoló ruso casi treinta años menor que ella. El romance comienza cuando ella lo contrata con el único fin de darle celos a un examante, también varios años menor, pero todo se complica cuando la protagonista se da cuenta de que quiere algo más que solo sexo. En esta reseña, analizamos brevemente los tres temas centrales que atraviesan La carne, de Rosa Montero. Soledad lucha contra las marcas del envejecimiento en su cuerpo, se siente deseante y solo le atraen los hombres más jóvenes que ella.
La novela también está atravesada por la locura. La protagonista incluso llega a organizar una muestra de “escritores malditos”: los locos, los suicidas, los que mataron o se mutilaron por amor. Las biografías de estos escritores, todos reales menos una, aparecen en la novela, y vemos las similitudes con los personajes de la ficción. También aparecen los celos, la hipocondría y el miedo a la propia locura, que acompañan a la protagonista. Los vemos cuando el narrador vuelve hacia atrás y nos muestra un poco del pasado de Soledad: su hermana Dolores, su padre abandónico, su madre malvada. Así, entendemos la necesidad de amor de Soledad y ¿justificamos? los ardides que emplea para escapar de esa condena a la que la sentenciaron sus padres cuando le dieron ese nombre.
La envidia es el último sentimiento central que acompaña a Soledad. La identificamos en lo que la protagonista siente hacia las mujeres que tienen un hombre, hacia las mujeres de menor edad y hacia las mujeres que escriben; entre ellas, la misma Rosa Montero, ¡que aparece como un personaje en su propia novela!
Soledad siente celos de esa capacidad de crear mundos ficcionales donde son posibles todas las otras vidas que ella no tuvo. Las ganas de escribir y la autocensura recorren la novela hasta el final, en el que, tras una escena reveladora, las cosas cambian… La protagonista nos deja con la esperanza de que nunca es tarde para revertir las situaciones que nos acompañaron toda la vida y comenzar a mirarnos a nosotros y a las personas que nos rodean con un poco más de benevolencia.
En conclusión, La carne es una novela necesaria, que ilumina aspectos de las vidas de las mujeres de cierta edad, poco narradas hasta ahora. Dialoga con temas muy actuales y sobre los que es interesante leer para continuar reflexionando sobre ellos y normalizándolos.
Leer el principio de La carne, de Rosa Montero.
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