Muchas veces, el cine se alimenta de la literatura. Desde las decenas de adaptaciones de Stephen King, hasta el reciente estreno de Distancia de rescate, por todos lados abundan las películas basadas en libros. En general, los debates alrededor del tema repiten siempre las mismas preguntas: ¿es mejor el libro o la película? ¿Qué tan bien adaptado está tal o cual personaje? ¿Fueron fieles al original?
Sin embargo, también es interesante recordar que hay otros casos, más raros, en los que la película precedió al libro. A veces el libro es uno entre varios productos de merchandising, y a veces es una obra independiente, escrita por el mismo guionista de la película; en algunos casos, la novela expande el universo narrativo, y en otros de hecho lo reduce. Lo cierto es que hay para todos los gustos.
Casos célebres
El tercer hombre

El tercer hombre (1949), de Carol Reed, es uno de los grandes hitos del cine noir. Protagonizada por Joseph Cotton, Aida Valli y el mismísimo Orson Welles, fue nominada a tres premios Oscars —de los que ganó uno, el de fotografía en blanco y negro—, y recibió la Palma de Oro en Cannes.
La película, guionada por el novelista Graham Greene, transcurre en la Viena ocupada después de la Segunda Guerra Mundial, e incluye asesinatos, conspiraciones y una complicada trama de intriga internacional. Lo curioso es que, para escribir la película, Greene decidió hacer una especie de novela esquelética; en vez del típico guion de cine, seco y dialogado, prefirió un breve texto narrado, más cercano a lo que conocía, donde le resultaba más fácil crear una atmósfera. Esa novela, cuya trama difiere bastante de la que finalmente se representó en la película, no estaba pensada para ser publicada, y de hecho era para Greene un producto bastante inferior. Sin embargo, en parte debido al éxito de la película, una versión engordada y corregida terminó siendo publicada bajo el mismo nombre.
2001: Odisea del espacio

2001: Odisea del espacio (1968), de Stanley Kubrick, revolucionó el cine de ciencia ficción. Muchas de sus escenas son realmente icónicas, y no es nada difícil encontrarlas citadas en distintos productos pop. Sin embargo, lo que ahora nos interesa es su relación con la literatura, que es de por sí bastante especial. El guion de la película fue escrito por Arthur C. Clarke, el reconocido autor de ciencia ficción, a partir de su cuento “El centinela”, donde se presenta por primera vez al famoso monolito negro. Lo llamativo es que, después del estreno de la película, Clarke editó una novela del mismo nombre que profundiza en ese universo (aunque difiere en algunos puntos del argumento). Esa novela fue la primera de una saga: después de 2001: Odisea del espacio, Clarke publicó 2010: Odisea dos, 2061: Odisea tres, y 3001: Odisea final. Esto significa que nos encontramos frente al raro ejemplo de una saga de novelas basada en una película, que a su vez está basada en un cuento, todos escritos por el mismo autor.
E.T., el extraterrestre

La película de Spielberg fue, en su momento, la más taquillera de la historia. La historia del extraterrestre amigable tenía todo lo necesario para ser un éxito: una trama entrañable, un soundtrack maravilloso y un adorable muñeco arrugado. La película fue un fenómeno tan masivo que ese mismo año se publicó E.T, el extraterrestre, una novela escrita por William Kotzwinkle, que luego continuó en 1985 con el nombre de E.T., el libro del Planeta Verde. Ese segundo libro se desligaba del guion de Melissa Mathison y se dedicaba a contar las aventuras de E.T en su planeta natal. Aunque Kotzwinkle era un autor de cierto talento, conocido sobre todo por El nadador en el mar secreto y por sus cuentos para niños, lo cierto es que los fanáticos no hablan muy bien de estos libros.
Laberinto

Jim Henson, el titiritero detrás de Plaza Sésamo y Los Muppets, dirigió esta película basándose en los diseños de Brian Froud. Prácticamente todos los personajes importantes son marionetas, salvo la protagonista, Sarah —interpretada por Jennifer Connelly—, su hermano bebé, y el rey de los duendes, encarnado por el mismísimo David Bowie.
A pesar de esa combinación explosiva, que incluía hasta la producción de George Lucas, la película fue un fracaso de taquilla, y no llegó a recuperar su presupuesto inicial. Sin embargo, desde entonces se ha vuelto un clásico de culto, y gran parte de sus seguidores conocen la novelización de A.C.H. Smith, que relata los mismos hechos que la película.
Otras adaptaciones
Casablanca, Star Trek y Alien

Antes de la aparición del VHS en los años ochenta, volver a ver una película no era nada sencillo. En general, cuando las películas terminaban su ciclo en cines, los espectadores se quedaban con poco más que sus impresiones. En algunos pocos casos había reposiciones y reestrenos, pero la norma general era el recuerdo. En parte para solucionar este problema es que se inventó la fotohistoria. Richard J. Anobile fue uno de los primeros autores en dedicarse a esta técnica, y sus adaptaciones de Casablanca, Star Trek y Alien son ejemplos muy descriptivos del género: se trata de libros ilustrados con cuadros de la película, sobre los cuales se imprimen también fragmentos del guion adaptado. Es, sobre todo, una ingeniosa forma de convertir una película de live action en algo muy parecido al cómic, que sirve a los fanáticos para revivir la historia de su película favorita.
Videojuegos

Hay otro gran formato narrativo audiovisual que a veces se comunica con la literatura: los videojuegos. Para quien no está en tema, la idea de que haya libros basados en videojuegos puede parecer ridícula, pero lo cierto es que este tipo de adaptaciones es una industria en sí misma, y produce universos tan ricos y complejos como las mejores sagas cinematográficas.
Uno de los ejemplos más notables, quizás por ser de los pioneros en el género, es el Halo. Además de los dieciséis videojuegos, hay alrededor de ¡treinta novelas! Todos ocurren, por supuesto, en el mismo universo narrativo, aunque en distintos lugares y momentos. El factor común es la presencia de supersoldados y la existencia de los halos, grandes estructuras con forma de anillo dispuestas en el espacio exterior.
Sin embargo, no todo se reduce a la narración. Skyrim, una de las ediciones de la saga The Elder Scrolls, es un videojuego de tipo mundo abierto. Esto significa que los jugadores pueden explorar libremente un territorio gigantesco; y entre todas las cosas que pueden encontrar ahí hay, por supuesto, libros. Estos textos, que son más de trescientos, forman parte de la construcción del mundo, y van desde libros de historia hasta listados de recetas.